CARBÓN ACTIVADO.
Al hablar de carbón, instintivamente pensamos en minas, locomotoras de
vapor o cocinas de carbón. Pero este “carbón” es en realidad hulla, un
hidrocarburo sólido parecido al petróleo.
El
“carbón” al que yo me refiero no tiene nada que ver con la hulla. Se trata de
un producto vegetal, cuyas virtudes terapéuticas son numerosas y se utiliza
desde tiempos inmemoriales.
El Papiro
Ebers, uno de los tratados médicos más antiguos que han llegado hasta nuestros
días y que data del año 1550 a.C., ya cita el carbón como una de las sustancias
del reino vegetal que servían para sanar. Pero no es hasta el siglo XIX, en
Francia, cuando se prueban las virtudes terapéuticas del carbón vegetal desde
el punto de vista científico.
En 1813,
un químico francés llamado Bertrand, que llevaba años trabajando con el
arsénico, demostró las excepcionales propiedades de absorción del carbón.
Durante una exhibición pública, este renombrado químico se tragó sin inmutarse
una cucharada de trióxido de arsénico, una dosis más que suficiente como para
acabar en el acto con decenas de personas.
Los
asombrados espectadores creyeron que el pobre profesor Bertrand había perdido
la cabeza y un pánico aterrador se extendió entre la multitud. Tras unos
minutos de llamada a la calma, el profesor Bertrand continuó tranquilamente su
presentación sin experimentar ningún efecto producido por este veneno mortal.
Desveló su secreto un poco más tarde. Durante sus investigaciones, había
descubierto que el carbón vegetal era un antídoto universal capaz de aspirar
todo tipo de venenos. Tan sólo había tenido que añadir un poco de carbón
vegetal en polvo al arsénico para neutralizar por completo sus efectos.
En 1831,
un farmacéutico llevó a cabo el mismo truco de prestidigitación científica ante
la Academia francesa de medicina ingiriendo una dosis 10 veces mayor a la dosis
mortal de estricnina, que cuidadosamente había rociado de polvo de carbón
vegetal.
Durante
años, el carbón se ha utilizado en numerosos campos (limpieza de quirófanos,
para purificar el agua…) y muy a menudo ha tenido un uso terapéutico
tradicional en el seno de familias que ya conocían sus virtudes y sabían qué
hacer con él.
Pero
mientras que sus beneficios terapéuticos parecían ir cayendo poco a poco en el
olvido, el carbón vegetal ha conocido todo un resurgimiento en los últimos diez
años. Ha sido objeto de cientos de artículos y decenas de miles de referencias
científicas en todo el mundo. Todos estos estudios han confirmado que el carbón
activado adsorbe (se trata de la cualidad física por la cual un cuerpo atrae y
retiene en su superficie moléculas de otro cuerpo; no confundir con absorber)
en el intestino toda clase de venenos y toxinas bacterianas mejor que ninguna
otra sustancia.
Se trata,
sin lugar a dudas, del descontaminante más eficaz y menos caro. Resulta
particularmente útil para los tratamientos de desintoxicación de metales
pesados, si bien su uso va mucho más allá del tratamiento en caso de
intoxicaciones graves. Así, puede ser extremadamente útil y eficaz en numerosas
situaciones de la vida cotidiana y puede, en algunos casos, evitar tragedias.
Un producto esencial en su botiquín
Para obtener carbón vegetal activado es necesario seguir primero un
proceso de carbonización y después uno de activación.
El
proceso de carbonización consiste en calentar madera o turba a una temperatura
de entre 600ºC y 900ºC, a cubierto, lo que además garantiza la ausencia de
contaminación ligada a su fabricación. A continuación se aplasta la materia
carbonizada hasta convertirla en pequeñas partículas o polvo, para ser de nuevo
calcinada a una temperatura de entre 700ºC y 1.100ºC, y sometida a vapores de
agua, aire y gases oxidantes.
Este
proceso de activación permite que aparezcan microporos capaces de adsorber, es
decir, encerrar y después expulsar de nuestro cuerpo, todas las sustancias
extrañas que invaden el organismo, sobrecargan los órganos vitales (riñones,
hígado, intestinos) e impiden su normal funcionamiento.
El carbón
vegetal actúa como un purificador. Su eficacia en situaciones de emergencia es
incuestionable (intoxicaciones graves, envenenamientos, picaduras de insectos,
mordeduras de serpientes, arañas, garrapatas…) y ése sigue siendo su principal
uso en los hospitales, que recurren a él cuando los medicamentos ya no
funcionan. Pero este sencillo y natural producto también puede ser eficaz para
tratar esas pequeñas molestias del día a día.
Aquí
tiene una lista, no exhaustiva, de todas las indicaciones terapéuticas del
carbón vegetal que han sido validadas científicamente:
- Intoxicaciones
farmacológicas o alimentarias.
- Problemas
digestivos: mal aliento (halitosis), hipo crónico, dolores abdominales,
flatulencias, diarreas…
- Problemas del
hígado: colesterol, triglicéridos.
- Mordeduras de
serpiente o picaduras de insectos.
- Problemas de
otorrinolaringología e higiene dental.
Hay quien recomienda la utilización de carbón activado para la
desintoxicación de metales pesados. Pero hay que tener en cuenta que los
metales pesados que han penetrado tiempo atrás en el organismo quedan atrapados
en las grasas corporales, a los que no puede acceder el carbón vegetal, que no
pasa a la sangre. En cambio, cumple con su efecto purificador de las sustancias
químicas que ingerimos a diario y que quedan en el intestino. Por eso es
importante utilizar el carbón vegetal como cura para desintoxicar regularmente
el organismo.
Cómo utilizar el carbón vegetal activado
En mi familia utilizamos el carbón entre 3 y 4 veces al año para
purificar las sustancias nocivas que acabamos ingiriendo aunque tomemos todas
las precauciones posibles.
El
protocolo para un tratamiento de drenaje es el siguiente:
- 2 cucharadas de
carbón diluidas en medio vaso de agua durante 15 días en cada comida, y
después 3 cucharadas al día durante el siguiente mes si queremos drenar
más profundamente las células del organismo.
- Para los niños,
en lugar de cucharadas se pueden utilizar cucharaditas y es suficiente con
seguir el tratamiento durante 15 días.
- Para aquellos a
los que les cuesta trabajo beber carbón de un vaso o quieren evitar
ensuciarse los dientes, utilice una pajita (aunque la mancha negra
desaparece con sólo enjuagarse la boca).
Y aquí tiene algunas recetas familiares que le permitirán evitar dolores
y molestias:
Diarrea
del viajero y otras intoxicaciones alimentarias:
- 2 cucharadas de
carbón activado en polvo en un vaso de agua fría cada 4 u 8 horas, hasta
que la diarrea esté controlada.
Picadura de abeja:
- Para un alivio
inmediato: mezclar una cucharada pequeña de carbón con un poco de agua
hasta obtener una pasta y aplicarla directamente sobre la picadura. Si
continúa el dolor, aplicar el producto en una compresa.
- Para picaduras
múltiples: verter dos vasos grandes de carbón en polvo en una bañera para
que se sumerja allí la persona afectada durante unos treinta minutos.
Picadura de hormiga o de mosquito:
- Humedecer un
trozo de gasa y rociar carbón con una cucharilla hasta que la gasa se
vuelva negra y aplicarla entonces sobre la picadura.
Picadura de araña o de garrapata:
- Aplicar
rápidamente una compresa o meter a la persona afectada en una bañera de
agua con carbón.
- Cambiar la
compresa frecuentemente, cada media hora durante las 8 primeras horas y
después cada 2 horas.
- Espaciar la
aplicación de compresas entre 2 y 8 horas hasta la completa recuperación.
El principio siempre es el mismo: el carbón adsorbe las toxinas, venenos
y hasta bacterias que nos podrían invadir (sobre todo en el caso de las
garrapatas). El carbón vegetal activado puede adquirirse en forma de cápsulas,
polvo o comprimidos en farmacias, parafarmacias y tiendas de productos
naturales. Mi preferido ha sido siempre el carbón en polvo por sus múltiples
posibilidades de uso.
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