Propiedades Medicinales del Tabaco.
Propiedades Medicinales del Tabaco.
Aunque del tabaco se
conocen más sus efectos negativos en la salud que los positivos, sus
propiedades medicinales son ancestrales y tiene, además, múltiples usos en
otras áreas
Cuando escuchamos la
palabra tabaco, la primera imagen que nos viene a la cabeza es cigarro puro, o
tal vez un cigarrillo o una pipa, y raramente las barrocas cajitas de polvo de
tabaco para aspirar o rapé. Puede que también recordemos las advertencias de
las autoridades sanitarias, pues existe un consenso científico mundial sobre la
evidencia de que fumar conlleva riesgos para la salud.
Sin embargo, la planta
del tabaco hace honor a la denominación de panacea antárquica que recibió a su
llegada al Viejo Continente y cuenta con múltiples e insospechadas
aplicaciones.
Originaria de América,
es cultivada en las zonas cálidas de otras partes del mundo, y tiene como
objetivo fundamental la fabricación de tabacos y cigarrillos. Su nombre
científico es Nicotina tabacum y pertenece a la familia de las Solanáceas.
Aunque del tabaco se conocen más sus efectos negativos en la salud que
los positivos, sus propiedades medicinales son ancestrales y tiene
además, múltiples usos en otras áreas.
Esta planta anual de
tallo redondo y erecto alcanza los 2 metros de altura, sus hojas son
lanceoladas, alternas de hasta 70 cm de longitud y 22 cm de ancho, de color
verde pálido.
Sus flores poseen una
corola compuesta de cinco segmentos finos de color rosado. El fruto a su vez
encapsula numerosas semillas reniformes alojadas en dos valvas. Este género de
planta posee más de 70 especies, y fue descubierta en 1555, aunque en América se
utilizaba desde mucho tiempo atrás.
También es preciso
hablar del tabaco silvestre, el cual es originario de la Amazonia, en donde
crece espontáneamente hasta los 50 cm de altura y sus hojas lanceoladas
alcanzan los 15 mm de longitud. En este caso, las flores se agrupan en forma de
racimos, y son de color verde amarillento. Su fruto es una drupa bivalva de
hasta 15 mm de diámetro.
La tradición de emplear
el tabaco como planta medicinal ha estado muy extendida en América desde
tiempos remotos. Los aztecas mezclaban la hoja con cal, abrían los tumores en
forma de cruz, y aplicaban esa mezcla.
También lo usaban como
antídoto del veneno de serpiente, pues luego de chupar en el lugar de la
mordida, aplicaban calor y tabaco molido. Las mujeres embarazadas ponían en su
seno hojas de picietl o tabaco para librar a sus hijos de enfermedades.
Los mayas de Guatemala
utilizaban las hojas para cicatrizar sus heridas. Esta costumbre de curar con
hojas de tabaco fue luego adoptada por los europeos.
En el siglo XVI, los
supuestos conocimientos de sus propiedades medicinales, adquiridos entre los
indios peruanos por el fraile canario Carmona, convirtieron al Papa Gregorio
XIII en un sincero admirador del tabaco. Su Santidad había enfermado y ningún
médico de Europa le daba esperanzas de salvación. La historia cuenta que
Carmona lo curaba aplicándole la referida planta.
Durante el reinado de
Juan III, en ese mismo siglo, el tabaco fue empleado en Portugal contra la
sarna, dolores de muelas, jaquecas, en lavados y como cicatrizante.
Nicolás Monardes,
sevillano nacido en 1512, considerado el autor del primer libro sobre esta
planta, divulgó “las grandes virtudes y maravillosos efectos de la yerba de
tabaco”. La primera parte de su obra fue publicada en 1665 y después, completa,
en 1754 con el título Primera, segunda y tercera parte de la historia medicinal
y de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que sirven como
medicina.
Bernabé Cobo
(1572-1659), jesuita español autor de la Historia del Nuevo Mundo, señaló que el
tabaco era usado “para curar infinitas enfermedades, aplicado en hoja verde y
seca; en polvo, en humo, en cocimiento y de otras maneras”.
Su extensión por el
continente europeo data del siglo XVI, gracias al embajador francés en
Portugal, Jean Nicot de Villemain (en su honor Linneo introduce la denominación
de nicotina en su clasificación de Botánica). Este lo introdujo en su forma
aspirada (rapé) y la popularizó al, supuestamente, «curar» a Catalina de
Médicis (esposa de Enrique II) de unas migrañas, por lo que se le denominó
hierba de la reina, Catalinaria Nuduca y hierba del embajador. De Nicot se
derivó el nombre científico de la planta: Nicotiana tabacum.
No obstante, tanto la
Nicotiana rústica como la Nicotiana tabacum eran conocidas en América desde
aproximadamente dieciocho mil años antes. Expertos en genética vegetal han
determinado que el centro del origen del tabaco, el lugar donde se cultivó por
primera vez, se sitúa en la zona andina entre Perú y Ecuador. Los primeros
cultivos debieron tener lugar entre cinco mil y tres mil años a.C.
Posteriormente el consumo se extendió hacia el norte. Cuando se descubre
América, el tabaco estaba extendido por todo el continente.
Fumar (inhalar y
exhalar el humo del tabaco) era una de las muchas variedades de consumo en
América del Sur. Además se aspiraba por la nariz, se masticaba, comía, bebía,
se untaba sobre el cuerpo, era usado en gotas en los ojos y en enemas.
Igualmente era
frecuente su presencia en ritos como soplarlo sobre el rostro de guerreros
antes de la lucha, se esparcía en campos antes de sembrar, era ofrecido a los
dioses, se derramaba sobre las mujeres antes de una relación sexual, y tanto
hombres como mujeres lo utilizaba como narcótico.
José Martí, poeta,
ensayista y revolucionario cubano, en su artículo “El tabaco”, publicado
en junio de 1884 por La América, de New York, divulgó algunas anéctodas sobre
las propiedades medicinales de esta planta, relatadas por el general
norteamericano Chingman, de Nueva Carolina.
Este militar fue herido
de un balazo en una pierna, bajo la rodilla, y al aplicarse hojas de tabaco,
curó. En otra ocasión, durante un ataque de ciática, “se puso hojas de tabaco
húmedas sobre la cadera, y desapareció el dolor”.
El sabio botánico
cubano Juan Tomás Roig, en su Diccionario sobre Botánica, expuso del
tabaco que es “planta medicinal, narcótico, purgante y antiparásito. Se le
emplea comúnmente como insecticida, en decocción. Su principio activo es la
nicotina, que se emplea como antitetánico y contra la.paralisis de la vejiga, a
la dosis de 1 a 10 gotas. También se usa en inyecciones”.
En nuestros días, las
plantas de tabaco, a pesar de su belleza ornamental, no abundan en los jardines
ni las macetas de los balcones. Nadie aspira rapé para calmar sus dolores de
cabeza o se pone una cataplasma de hojas de tabaco para curar una herida. Pero
el tabaco sigue siendo un regalo de la naturaleza .
ALGUNOS USOS MÉDICOS DEL TABACO EN LA ACTUALIDAD
Contra las hemorroides:
La maceración de las hojas y su uso externo es recomendado para combatir
problemas cutáneos y las hemorroides, debido a su acción antiinflamatoria.
También el jugo de las hojas es utilizado para contrarrestar los problemas
neurálgicos.
Como vomitivo: El
tabaco es un gran narcótico, sedante y vomitivo. Su acción gangliopléjica ayuda
a relajar el sistema nervioso.
A nivel digestivo: Es
recomendado para los tratamientos de parásitos intestinales, así como la
ocasionada por los oxiuros y áscaris por sus propiedades paraticidas y
antihelmínticas.
Acción analgésica:
contra el dolor de cabeza y de oídos, las hojas se ponen en las sienes y en la
frente; y humedecidas, en cono, contra el de oídos. Los emplastos con las hojas
son aconsejables para las contusiones, golpes e incluso en tratamientos para el
reumatismo o el cáncer.
A nivel dermatológico:
como pediculicida y acaricida en el tratamiento de la pediculosis capitis
(piojos) y de la escabiosis (sarna)
Contra el VIH/Sida: Un
ambicioso proyecto inglés estudia la utilización de plantas de tabaco genéticamente
modificadas las cuales producen cyanovirin-N, sustancia que impediría la
infección de células humanas con el mortal virus.
OTROS USOS DEL TABACO
Insecticida: La
nicotina contenida en el polvo o los restos agrícolas o industriales de hojas y
plantas de tabaco, se utiliza con éxito como insecticida agrícola. Estos restos
aplicados a las plantas cultivadas y las tierras de labor actúan como un
efectivo exterminador de patógenos y gérmenes, sin los efectos secundarios
negativos sobre el medioambiente y la salud que pueden tener los insecticidas
de síntesis química.
Ácido cítrico: El
tabaco es rico en ácido cítrico, especialmente algunas variedades como el
Makhorka, cuyo contenido en este ácido es del 6 % a 8 % (el limón, considerado
como el fruto más rico en ácido cítrico, no llega al 6 %). La extracción
integral de ácido cítrico como fase posterior a la extracción de la nicotina se
probó con éxito, a escala semindustrial, en el instituto de Krasnodar en la
Unión Soviética durante los años 30 del siglo pasado.
Papel: Los tallos del
tabaco suelen desecharse como un producto sin valor. Sin embargo,
investigadores búlgaros ensayaron y pusieron a punto una técnica de extracción
de la celulosa contenida en los tallos del tabaco y su posterior blanqueo industrial
para su transformación en papel de imprimir y escribir.
Aceites industriales:
Varias experiencias han conseguido la puesta a punto de una técnica consistente
en la extracción de los aceites contenidos en las semillas del tabaco. Se trata
de aceites no comestibles, pero con una gama de aplicaciones industriales
importante como puede ser la fabricación de pinturas.
Proteínas comestibles:
A partir de las hojas o de las plantas completas de tabaco se ha conseguido
extraer proteínas de un alto valor nutritivo y dietético para el hombre. Estas
proteínas pueden utilizarse para alimentar personas con dificultades para su
nutrición. Varias plantas semi-industriales y experimentales en Estados Unidos,
Japón, Canadá y otros países han aplicado procedimientos con rendimientos
técnicos y económicos que podrían servir de base a una nueva industria
tabaquero-alimentaria con aplicaciones dietéticas y farmacéuticas importantes.
Paneles decorativos:
Mediante técnicas análogas a las utilizadas para fabricar paneles de aglomerado
con serrín y trozos o desperdicios de madera, se puede introducir en la mezcla
restos de cosecha, de la industria y tallos de tabaco secos y troceados o
molidos. El resultado es un aglomerado de un bello “color tabaco” muy
decorativo, con el que se puede dar aprovechamiento económico a restos de
tabaco sin otra utilidad.
CHIMÓ, FÓRMULA MÁGICA
El Chimó es una pasta de consistencia blanda obtenida de extractos
acuosos, fluidos de los desperdicios del cultivo, curado y transformación de
los tabacos (secos) de fumar, tratados por el calor en grandes recipientes
metálicos puestos al fuego sucesivamente hasta la evaporación del medio
líquido.
La pasta resultante se decanta y deja secar hasta alcanzar una
consistencia semi-sólida. Este es el “chimó en rama” del que se empaquetan el
llamado “chimó embojotado” o “chimó aliñado”, listo para su venta y consumo.
De él se toman pequeñas porciones, como dos granos de arroz que se
adhieren detrás de los dientes anteriores que producen una fuerte salivación
(debe escupirse con frecuencia) y provocan una cierta euforia, disminuyen el
apetito y aumentan la capacidad de trabajo (parecido a lo que experimentan los
masticadores de coca en Bolivia y Perú). Suelen usarlo los indígenas y criollos
de los llanos venezolanos y colombinos.
Por: Doctora Norka Garcés Angulo
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